¿CÓMO AFECTA EL ESTRÉS A NUESTRO ORGANISMO? - 22/1/2015 - Sin categoría
Hoy día es casi imposible mantenerse lejos de lo que muchos consideran una de las enfermedades que definen al siglo XXI, el estrés. Las exigencias de la sociedad en la que vivimos son muchas, algo que para nuestro organismo no pasa inadvertido.
El estrés no es más que una reacción física en la que se activan diferentes mecanismos de defensa ante un acontecimiento que podemos percibir como amenazante. De esta manera, se realiza un sobreesfuerzo que a ciertos niveles puede llegar a poner en peligro el bienestar personal de quienes lo padecen.
Actualmente, el concepto ha adquirido connotaciones negativas; sin embargo, en sí no representa ninguna patología. El estrés es, como decimos, una respuesta natural para incentivar la supervivencia ante una situación compleja, incrementando por ejemplo el nivel de glucosa, los factores de coagulación o los factores inmunitarios en sangre; o liberando adrenalina, cortisol y encefalina, entre otras cosas. Este tipo de procesos son de plazo corto, ya que necesitan de un gran gasto de energía. El problema, por lo tanto, surge cuando la respuesta ante la amenaza puntual se convierte en permanente, cronificándose; un estado que sufre alrededor del 40% de la población.
Las consecuencias del estrés en el organismo son múltiples, tanto desde el punto de vista emocional como fisiológico. Pueden traducirse en alteraciones y patologías cardíacas, hipertensión o taquicardias; pero también en trastornos del sueño, de la alimentación, ansiedad o depresión. Además, es causa de obesidad, de pérdida de cabello, de acné y úlceras. De la misma manera, es un factor negativo para el asma y produce inmunodepresión.
El pasado mes de noviembre, el Colegio Oficial de Fisioterapeutas de la Comunidad de Madrid dedicaba un videoconsejo a la prevención y tratamiento del estrés, e identificaba dolencias como el bruxismo, las migrañas, la cervicalgia, y los dolores de oído y de espalda, así como los problemas más comunes derivados de este estado.
Medidas antiestrés
Reducir el estrés es un objetivo de gran complejidad que necesita de una intervención multidisciplinar. Las diferentes patologías y problemas que genera evidencian la retroalimentación entre cuerpo y mente, y desde ese punto de vista debe abordarse.
La fisioterapia también juega un papel relevante en el proceso de recuperación de quienes lo padecen. La tensión o el nerviosismo prolongado a menudo generan complicaciones musculares, dolores que llegan a incrementar la situación angustiosa del paciente. De esta manera, el fisioterapeuta es también imprescindible a la hora de romper el circuito creado por el estrés, trabajando sobre sus consecuencias. Y lo hace actuando sobre los problemas musculares o articulares existentes, pero también evitando los posibles trastornos del futuro. Así, aportará al paciente pautas antiestrés con las que afrontar estados de tensión. Pero además, le proporcionará nociones de educación postural; algo fundamental teniendo en cuenta que cuando nos estresamos o deprimimos tendemos a descuidar la postura, encorvándonos, agachando la cabeza o subiendo los hombros, con todo lo negativo que supone.
El estrés debe entenderse desde un punto de vista individual, subjetivo. Cada persona gestiona de forma diferente las situaciones y los sentimientos, de tal manera que lo que para algunos pueda resultar estresante, para otros puede llegar a ser estimulante, un reto. Por ello, el control del estrés debe empezar en la actitud de quien lo padece, en cómo se enfrenta al desafío que supone el futuro. De esta manera, realizar ejercicio aeróbico frecuente, practicar yoga o tai chi, evitar conflictos, marcarse objetivos realistas, mantener una actitud positiva o planificarse pueden convertirse en grandes aliados a la hora de mantener a raya las inevitables tensiones diarias.