Cómo tratar las disfunciones de la ATM

La articulación temporomandibular es una de las más complejas del organismo. Conecta la mandíbula con la parte lateral de la cabeza, pudiendo trabajar tanto conjuntamente con su lado opuesto como de manera independiente. Está compuesta por varios elementos -el disco articular, cóndilo, fosa y eminencia-, relacionados a su vez con estructuras anatómicas interconectadas. La disfunción viene asociada al conflicto entre cualquiera de estas zonas, generando problemas de diversa índole. Este tipo de trastornos se presentan con asiduidad, afectando a alrededor de un 40 % de la población, especialmente a mujeres.
Las causas pueden ser muy diversas; desde mala alineación dental o pérdida de alguna pieza, a luxaciones, desplazamientos discales, bruxismo provocado por estrés, cirugías o simplemente masticar chicle. Algo que descuidamos, y que en este sentido es crucial, es la postura corporal. Este hecho genera trastornos en la musculatura asociada, en referencia al músculo masetero, uno de los más potentes del cuerpo humano, encargado de la masticación, o a los músculos temporal, pterigoideo medial y pterigoideo lateral.
El amplio origen de los trastornos asociados a la ATM hace fundamental que el tratamiento mantenga un enfoque multidisciplinar. Aquí intervendrían la fisioterapia, la odontología o la psicología, imprescindible esta última para afrontar algunos casos.
Cuando un paciente sufre una alteración de la articulación suele experimentar dolor de cabeza; bloqueo, dolor o ruidos en la mandíbula; pitidos en los oídos; mareos o molestias en el cuello. Estos síntomas pueden condicionar, sin duda, la calidad de vida del paciente.
Por suerte, algunos casos se solucionan sin intervención profesional, muchos de ellos relacionados con una etapa de estrés. Sin embargo, también pueden derivar en una patología crónica complicada de solucionar.
Fisioterapia frente a la disfunción de ATM
La fisioterapia adquiere un papel fundamental en el tratamiento de la ATM; es una pieza clave a la hora de devolver la funcionalidad a la articulación y evitar el dolor. La recurrencia, ya comentada, de este tipo de trastornos a día de hoy ha ido convirtiendo la especialización en esta materia en algo esencial para el fisioterapeuta.
Antes de comenzar cualquier tratamiento, será imprescindible realizar una minuciosa exploración del paciente, así como analizar el historial médico del mismo, descartando de esta manera cualquier otra patología; algo nada sencillo, teniendo en cuenta que en ocasiones pueden llegar a confundirse los síntomas indirectos con las causas, dificultando el enfoque del tratamiento. El diagnóstico puede certificarse también a través de pruebas como la resonancia magnética.
A partir de aquí, el tratamiento constará principalmente de terapia manual, completándose con ciertos ejercicios que el profesional puede enseñar al paciente para practicar en casa. Además, en función de la intensidad del dolor, puede aplicar también ultrasonidos, frío o calor, etc.
Como hemos indicado, en las alteraciones de la ATM muchas de las causas son evitables. Ser conscientes de que mantener ciertos hábitos rutinarios como el hecho de cuidar nuestra postura o realizar terapias de relajación es crucial a la hora de combatir posibles recaídas.
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