Fisioterapia contra la osteoporosis - 19/8/2015 - Sin categoría
La osteoporosis se presenta como una enfermedad ósea común que afecta especialmente a mujeres después de la llegada de la menopausia. En los últimos años, estos parámetros están cambiando, ampliándose el perfil y el número de casos que se registran.
Este proceso degenerativo e incapacitante hace referencia a la pérdida de densidad ósea, algo que se produce de manera natural a partir de los 35 años; punto de inflexión para nuestros huesos. Sin embargo, esta patología precipita dicha descalcificación, produciéndose una disminución de la masa ósea de manera prematura, con importantes consecuencias para quien la padece.
Recientes estudios la llegan a relacionar con el impacto físico del número de horas que actualmente, y desde muy temprana edad, invertimos delante de las pantallas. Según datos, su aparición es cada día más frecuente en edades más jóvenes, lo que llega a cuestionar nuestro actual sistema de vida.
La osteoporosis hoy por hoy es un grave problema crónico que se presenta de manera silenciosa, ya que se mantiene en el tiempo sin síntomas evidentes hasta que un acontecimiento, generalmente una fractura, desvela la fragilidad de los huesos; es decir, una vez la enfermedad ya está establecida.
Entre las causas que desarrollan este tipo de patologías se encuentran: los trastornos alimenticios, la diabetes, el hipotiroidismo, el uso de ciertos medicamentos de manera prolongada, una dieta pobre en calcio, padecer inmovilizaciones de larga duración, fumar o un descenso de hormonas, como en el caso de la menopausia.
Beneficios de la fisioterapia
La osteoporosis genera una pérdida de autonomía y calidad de vida en el enfermo, por lo que diagnosticarla y tratarla precozmente es fundamental, algo que, por las características de la propia enfermedad, no resulta sencillo. Suelen ser habituales pruebas como radiografías, análisis, exploraciones o una densitometría, una prueba en la que se analiza el estado de la masa mineral ósea. En función de ello, se establece el grado de incidencia de la enfermedad, y será entonces cuando se organice el propio tratamiento.
A pesar de los efectos negativos, existen diferentes opciones para mantener, conservar e incluso mejorar la calidad de nuestros huesos. De esta manera, será conveniente cambiar ciertos hábitos, especialmente los alimenticios, enriqueciendo por ejemplo nuestra dieta con calcio y vitaminas.
La fisioterapia también adquiere un gran papel en este proceso. Será imprescindible a la hora de recuperar la actividad general del paciente, pero también favorecer la densidad del tejido óseo. En este sentido cuenta con herramientas eficaces, como el ejercicio terapéutico que, adaptado a cada caso, ayuda a la mineralización de los huesos por la tracción muscular. Aquí, el fisioterapeuta es fundamental; ya que gracias a su asesoramiento y seguimiento evitará que el paciente experimente cualquier efecto negativo en la realización de las actividades, aprovechando sólo sus beneficios.
Una técnica que está cosechando también buenos resultados es la magnetoterapia, una herramienta no invasiva de bajo riesgo, que utiliza campos magnéticos de alta y baja frecuencia, y que en este caso parece ayudar a la recalcificación del hueso y la fijación del calcio. A pesar de su baja incidencia deben mantenerse ciertas precauciones.
En la lucha contra la osteoporosis la clave está en la prevención. Sólo a través de unos hábitos de vida adecuados, del ejercicio físico regular o de una dieta equilibrada y rica en calcio y vitamina D, podremos mantener nuestros huesos en plena forma, evitar los efectos negativos de esta patología y asegurar en lo posible un envejecimiento saludable.