FISIOTERAPIA PEDIÁTRICA APLICADA AL AUTISMO - 12/11/2014 - Sin categoría

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El autismo, del mismo modo que otros cuadros del llamado Trastorno del Espectro Autista (TEA), supone un gran reto para cualquier familia que se enfrenta a una enfermedad repleta de incógnitas. En este sentido, en los últimos meses, la investigación ha dado un vuelco importante. Dos nuevos estudios, en los que también se han implicado instituciones españolas, revelan la importancia del componente genético hasta ahora infravalorado a este nivel.

La investigación, que toma como base tanto mutaciones hereditarias como “de novo”, identifica más de 100 genes implicados en el riesgo de desarrollar autismo.  Además, desvela tres rutas por las que se mueve el material genético: la creación de sinapsis, el control de los genes cerebrales y la inesperada cromatina; una estructura dinámica formada por ADN, histonas y proteínas no histónicas que  juega un rol regulatorio fundamental en la expresión genética.

Estos estudios desvelan, en definitiva, un mapa teórico de cómo modificaciones genéticas se combinan afectando al cerebro de niños con TEA. Este descubrimiento abre un nuevo camino a la investigación respecto a diagnósticos, predicción y futuros tratamientos.

Los niños con Trastornos del Espectro Autista (concepto que engloba diferentes trastornos como el autismo o el Trastorno de Asperger) poseen déficits que dificultan la interacción social, la comunicación, la imaginación y el razonamiento. Se considera que 1 de cada 100 niños es autista, la mayor parte diagnosticados antes de los 3 años, edad la que suelen ser evidentes los síntomas. Es sumamente importante, por ello,  una precoz y contundente actuación profesional que fomente la integración y la calidad de vida del paciente.

Pero los niños con TEA no sólo padecen complicaciones a nivel psíquico, sino también de motricidad. Es aquí donde la fisioterapia pediátrica adquiere un importante papel.  Afrontar este tipo de terapias no es una tarea simple, el fisioterapeuta puede llegar a encontrarse con casos dispares e incluso contradictorios: niños con actividad reducida, elevada durante horas e incluso hiperactivos y apáticos por fases; niños con alteraciones del tono muscular; con posturas y actitudes complejas mal equilibradas y arraigadas; con alteraciones en la marcha;  casos que experimenten complicaciones motrices por los fármacos; niños que empiezan a desarrollar malformaciones; etc.

A la hora de tratar a niños con TEA es importante tener en cuenta varias cosas. Por una parte, es imprescindible cultivar un vínculo de complicidad entre profesional y paciente. Las propias características del autismo convierten este hecho en algo fundamental, ya que es imposible trabajar con estos niños si no se consigue esa empatía, ese vínculo a partir del cual iniciar el proceso.

Por otra parte, es crucial realizar una valoración, observación y análisis de cada caso, previamente a la terapia. Sobre ésta, cada día hay más profesionales que ven en las actividades acuáticas o en el trabajo con animales una buena opción. En cualquier caso, no debemos olvidar que los pacientes, más allá de consideraciones teóricas, son niños, y cada niño es un mundo.

En resumen, a la espera de nuevos avances científicos, la fisioterapia pediátrica tiene una puerta abierta en el tratamiento de niños con TEA, una oportunidad para afianzarse junto a otras disciplinas, formando un marco multidisciplinar que favorezca la sociabilidad, interacción e independencia de estos niños.

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