FISIOTERAPIA RESPIRATORIA APLICADA A NIÑOS - 3/6/2015 - Sin categoría
Fisioterapia respiratoria en pediatría
Cada día existe un número mayor de niños que desarrollan enfermedades de tipo respiratorio a edades más tempranas. Los factores ambientales, como la polución, el tabaquismo o el aumento de nacimientos prematuros influyen de manera decisiva en este dato.
Padecer este tipo de patologías de manera prolongada puede llevar al niño a variar sus rutinas alimenticias y también dificultarle el sueño, cuestiones fundamentales en esta fase de desarrollo. Por ello, es esencial aliviar cuanto antes estos síntomas, ayudándoles a expulsar el exceso de secreciones y a erradicar la tos, especialmente cuando se trata de niños menores de dos años.
La fisioterapia respiratoria utiliza diversas técnicas para eliminar las obstrucciones de mucosidad en las vías respiratorias, así como para favorecer la ventilación pulmonar. El tratamiento fisioterapéutico aporta una nueva vía complementaria a la clásica alternativa farmacológica que no siempre obtiene buenos resultados. El profesional puede llegar a prevenir estados más complejos, evitando infecciones tras la acumulación de secreciones en los pulmones. Pero también puede impedir recaídas, enseñando a identificar síntomas o pautas de higiene nasal a los padres.
Es, en definitiva, una opción eficaz con múltiples aplicaciones, tanto en resfriados duraderos como en casos de bronquiolitis, broquitis, neumonías, asma, otitis, enfermedades neuronales que deriven en complicaciones respiratorias, etc. Sin embargo, no debe entenderse como un tratamiento excluyente, sino como un aliado de la labor pediátrica para conseguir un mismo fin: mejorar la calidad de vida del niño. Pero no en todas las situaciones podrá intervenir un fisioterapeuta; casos con episodios de fiebre, dificultades en la respiración o “pitos” deberán ser revisados por un pediatra.
Antes de comenzar cualquier sesión, es importante explicar a los padres en qué consistirá, especialmente si se trata de un bebé, ya que es muy posible que llore, y esto les incomode. Y no es extraño, puesto que, a pesar de que las técnicas son indoloras, el profesional será un desconocido para el pequeño. En el caso de los bebés, el llanto no es siempre negativo, ya que facilita la movilización de las secreciones. Sin embargo, también puede convertirse en un motivo para que los padres abandonen el tratamiento. Por eso, es necesario que estén presentes en las sesiones, para que el pequeño pueda tranquilizarse.
Cuando el paciente tiene algo más de edad, esta fase de desconfianza puede solventarse estableciendo un vínculo previo. De esta manera, las sesiones serán más agradables y efectivas.
En cuanto al tratamiento, consistirá en técnicas instrumentalizadas y manuales no invasivas, sin efectos secundarios, que incentivan la variación del flujo ventilatorio, pero no favorecen el espasmo muscular bronquial. Antes de aplicarlas, el fisioterapeuta deberá realizar una exploración previa de paciente y revisar su historial médico para establecer un tratamiento personalizado.
Durante el proceso es fundamental controlar de manera continua los resultados, cerciorándose de la idoneidad o no de las técnicas, en función de la mejoría y adaptación a estas del pequeño.
Los beneficios de la terapia se obtienen rápidamente, por lo que el paciente experimentará la mejoría de los síntomas desde el inicio. De esta manera, se logrará acortar el tratamiento farmacológico, y se normalizará la alimentación y el sueño del niño, elementos esenciales para el bienestar de este.