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La respiración, la pieza clave del Pilates

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Fecha: 09/07/2015

La respiración marca nuestra vida y determina nuestra salud. No sólo nos permite disponer del oxígeno necesario para nuestra supervivencia, sino que también es un elemento indispensable para conseguir relajarnos y aliviar las tensiones del día a día, algo a la que estamos muy expuestos en la actualidad. Es además una herramienta fundamental para conseguir deshacernos de toxinas perjudiciales, ayudarnos en la quema de grasas o mejorar nuestro rendimiento pulmonar; algo fundamental a la hora de practicar deporte.

Sin embargo, y a pesar de esto, no solemos reparar en su importancia y generalmente lo hacemos de manera errónea o incompleta.

Teniendo en cuenta estos principios, algunas disciplinas terapéuticas como el Método Pilates, del que ya habláramos en un artículo anterior, han hecho de ella la piedra angular sobre la que articular sus ejercicios. No en vano, el primer paso antes de comenzar las sesiones consistirá en dedicar un momento a la corrección postural, y a adaptar y tomar conciencia de la propia respiración.

Su combinación armónicamente orquestada con los ejercicios contribuye a estabilizar la columna vertebral, movilizar las extremidades y relajar la musculatura, a la vez que detectamos, en función del ejercicio que estemos llevando a cabo, las tensiones acumuladas en cada una de las partes del cuerpo. Es decir, los ejercicios siempre deben realizarse acompañados de unas pautas respiratorias determinadas.

En Pilates, a grandes rasgos, podemos decir que durante la fase de inhalación se produce la preparación de la actividad y en la de exhalación esta se lleva a cabo. Ambas etapas respiratorias deben ser lentas, regulares, profundas y con idéntica duración. Algo también importante, aunque pueda parecer obvio, es el hecho de cuidar que la inhalación siempre se produzca por la nariz y la exhalación por la boca; ya que, por ejemplo, la exhalación por la nariz llega a producir una expulsión más contenida, no consiguiendo alcanzar el objetivo planteado.

Aplicar estas reglas contribuirá a dirigir la energía a la zona trabajada, incrementando al mismo tiempo la oxigenación de los tejidos y eliminando la tensión percibida.

Aunque existen diferentes tipos de respiración, el Método Pilates se centra en una en concreto; la intercostal o torácica.  Esta utiliza los músculos del tórax y la espalda para ensanchar la caja torácica a nivel lateral, de tal manera que se permite a los pulmones expandirse sin necesidad de hinchar el abdomen. Cuando esto último sucede, la musculatura de la zona queda suelta, quedando desprotegida la zona lumbar durante el ejercicio. Gracias a estas pautas de respiración intercostal se consiguen liberar las tensiones, especialmente de las zonas del cuello, hombros y zona alta de la espalda, facilitando así la movilización de la musculatura interna y abdominal transversa, protegiéndonos a la vez frente a posibles lesiones.

Ser conscientes de los beneficios de la respiración a través del Método Pilates significa dar un salto cualitativo en referencia a nuestra salud. Su práctica armoniza cuerpo y mente, mantiene a raya el estrés,  mejora los procesos a nivel celular y fortalece las estructuras musculares, favoreciendo a la vez nuestra postura. Es, en definitiva, un elemento de liberación y una buena opción a la hora de hacer frente a las agresiones diarias.

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