VIDA SANA Y FISIOTERAPIA CONTRA EL ALZHÉIMER - 16/10/2014 - Sin categoría
Desde que Alois Alzheimer describiera esta enfermedad a través del primer caso, denominado ‘Auguste D’, esta afección que deja sin recuerdos a unos 40.000 españoles al año sigue sin descifrarse. El Alzheimer es con diferencia la causa más común de demencia, llegando a alcanzar entre el 60-80% de los casos. Los datos previstos para el futuro, de momento, son poco alentadores, ya que se prevé que las cifras aumenten en las próximas décadas, como consecuencia del envejecimiento de la población.
A pesar de que la investigación no ha cesado, y han surgido diversos tratamientos farmacológicos, no se han obtenido resultados positivos a largo plazo, quedando aún por resolverse los dos grandes enigmas que la envuelven: qué provoca y qué curará esta enfermedad.
Sin embargo, se ha venido demostrando que hábitos saludables como mantener una alimentación sana, ejercitar el cerebro o controlar nuestra salud cardiovascular pueden retrasar la evolución de la enfermedad. Por su parte, algunos tratamientos no farmacológicos, como la fisioterapia, mejoran la calidad de vida de quienes la padecen.
Algunos datos:
Alimentación sana
La influencia de la alimentación en el alzhéimer no es de los factores más documentados. A pesar de ello, encontramos voces que defienden que ciertos alimentos presentes en dietas como la mediterránea o la japonesa retrasan la evolución del alzhéimer.
Más allá de esto, la alimentación es uno de los aspectos que más preocupación genera. La pérdida de peso de los enfermos suele ser habitual. Se estima que el 60% sufre algún trastorno alimenticio, siendo esto clave en la progresión de la enfermedad.
Actividad mental
Mantener activo nuestro cerebro es fundamental en la lucha contra el alzhéimer. Realizar ejercicios como por ejemplo aprendiendo idiomas, o haciendo crucigramas estimula nuestra memoria, precisamente aquello sobre lo que incide esta demencia.
Salud cardiovascular
Existen estudios que interrelacionan el estado de salud cardiovascular con la aparición de demencia. Y es que enfermedades como la hipertensión o el colesterol ponen en riesgo no sólo a nuestro corazón, sino también a nuestro cerebro. Por ello, es necesario controlar desajustes, adquirir rutinas deportivas, gestionar el estrés o evitar hábitos nocivos como el tabaco, que puede llegar a aumentar la aparición de demencia un 45%.
Fisioterapia
El deterioro neurodegenerativo de esta enfermedad implica, al mismo tiempo, un deterioro físico acusado. Es frecuente que a lo largo del proceso los pacientes presenten rigidez, contracturas, problemas articulares o problemas de coordinación. Es en este punto donde la figura del fisioterapeuta cobra especial valor. La fisioterapia es, sin duda, una medida no farmacológica clave para mejorar la calidad de vida de los enfermos de alzhéimer.
El fisioterapeuta se enfrenta a un importante reto para el que no sólo necesita cualificación técnica, sino también empatía hacia el paciente y su familia.
El profesional tendrá que aplicar terapias de diferente índole en función de la fase de desarrollo de la enfermedad en la que se encuentre el paciente. Grosso modo, trabajará con el fin de proporcionarle autonomía e independencia.
Su actuación versará sobre puntos como la prevención de la incontinencia, el mantenimiento de las capacidades, la prevención de deformidades, la prevención de trastornos respiratorios o de la deglución o la prevención de úlceras, entre otros.
Como hemos venido diciendo, el alzhéimer es una enfermedad desconocida hasta el día de hoy. Encierra aún un sinfín de preguntas sin respuesta. Es también un hecho que esta demencia abarca múltiples facetas, y que, por tanto, debe afrontarse desde un punto de vista multidisciplinar.